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Ingrid Espinoza León, directora de Conservación de Tompkins Conservation Chile

Este domingo 2 de mayo se cumplieron 13 años de la erupción del volcán Chaitén y para quienes vivimos en la zona es imposible no recordar lo que fue esa noche. No entendíamos lo que sucedía, hasta que en la mañana la erupción ya era evidente y fuimos testigos de una columna de ceniza y ruido subterráneo. Luego vino el deslizamiento de tierras, lo que destruyó gran parte de la ciudad. Tuvimos que evacuar y retirarnos en un radio de 50 kilómetros, lo que generó un tremendo y doloroso impacto en todos los  habitantes.

Las comunidades aledañas al volcán no fuimos las únicas afectadas: se estima que unas 30.000 mil hectáreas de bosques del parque nacional Pumalín Douglas Tompkins fueron dañadas por la erupción. Sin embargo, así como los vecinos fuimos regresando a la zona y se fueron restableciendo las distintas actividades del pueblo, el bosque también comenzó a recuperarse y a repoblarse.

Un equipo de investigadores y profesionales de la Facultad de Ciencias Forestales y de la Conservación de la Naturaleza de la Universidad de Chile en colaboración con Tompkins Conservation Chile han estado monitoreando la sucesión de la vegetación en una zona del volcán Chaitén que fue afectada por una explosión lateral. 

Dentro de estos análisis ha sido posible constatar que durante los primeros años, las plantas cubrían un 24% del suelo y que cerca luego de 10 años de la erupción, entre el 45% y el 100% del suelo monitoreado se encontraba cubierto de plantas. La vegetación fue cambiando, ya no solo había herbazales, sino que también se comenzaron a ver matorrales o bosque inicial. Actualmente, el suelo en la zona de estudio ya se encuentra cubierto en un 100% por plantas. Además se encontraron plantas epífitas y un mayor número de especies de trepadoras. 

Así, la erupción del volcán Chaitén no solo nos ha demostrado la gran capacidad de resiliencia que tiene tanto la naturaleza como las comunidades, sino que también nos enseñó que estamos íntimamente conectados. La comunidad de la provincia, sus autoridades y la planificación territorial deben considerar y estar conscientes de esta conexión, especialmente en la forma en que interactuamos con el territorio y el entorno.

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